En la actualidad, el sistema educativo se encuentra frente a un escenario donde se presentan una multiplicidad de desafíos que cuestionan, movilizan y replantean la función de la escuela en general y de la práctica educativa en particular.
La enseñanza educativa hoy debe implicar, además, el aprendizaje de los aspectos emocionales del hombre y sus formas de regulación, considerados como competencias necesarias para la vida.
Es así que la Inteligencia Emocional se presenta como recurso invaluable para su adquisición e implementación en los espacios educativos. La inteligencia emocional se refiere a la “Capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar los estados emocionales de uno mismo y de los demás (...)
Nuestra meta es dar al docente la formación necesaria para que pueda APRENDER, ENTRENAR, enseñar y transmitir al alumno herramientas básicas para el manejo, simbolización y expresión de sus emociones, permitiendo que los mismos desarrollen habilidades emocionales y sociales, de comunicación, focalización en objetivos y motivación, resolución de problemas, tolerancia a la frustración y empatía; siendo todas estas herramientas vitales para hacer frente al mundo actual.
La convivencia escolar se constituye como un entramado sociocultural complejo que pone en tensión ideas y conductas para la construcción de ciudadanía. Nos invita a entender y vivir la diversidad, producto del cruce de ideologías y de principios, así como de la apropiación de saberes culturales. En este sentido, la convivencia, debe orientarse al reconocimiento del otro como semejante, ya que implica un acercamiento al mundo afectivo y social de las personas y a su subjetividad. Esta desafiante interrelación de factores, no puede darse desde una postura indiferente, debe interpelarnos como docentes y llamarnos al entrenamiento de habilidades que se necesitan ejercitar para un adecuado y armónico funcionamiento, resultando la base para el desarrollo de Acuerdos Escolares de Convivencia, donde se pone el énfasis en la participación, la promoción y la apropiación de los mismos para su implementación eficaz.
Esta capacitación tiene como objetivo fortalecer el rol del docente facilitador en la construcción de proyectos de vida de los estudiantes, promoviendo una convivencia escolar saludable. Ante problemáticas como la violencia, el consumo de sustancias, el bullying, la repitencia escolar y la incertidumbre actual, se busca enseñar a los jóvenes a cuidarse a sí mismos a través de la pedagogía del cuidado, un enfoque preventivo que no solo protege la vida propia y la de los demás, sino que también fomenta el bienestar emocional y social.
El docente facilitador desempeña un papel crucial al crear espacios seguros y de confianza, donde los estudiantes puedan conocerse, definir sus metas y tomar decisiones responsables. La construcción de proyectos de vida sobre bases sólidas contribuye a generar un entorno escolar más respetuoso, armonioso y productivo, fomentando la motivación, la responsabilidad y la colaboración entre los jóvenes, lo cual repercute positivamente en la convivencia escolar.
Además, el docente actúa como un referente que colabora con otros actores institucionales para acompañar integralmente a los estudiantes en su desarrollo personal y social. Esta labor no solo busca mejorar la convivencia escolar, sino también preparar a los estudiantes para enfrentar los desafíos futuros tanto dentro como fuera del ámbito escolar.
Palabras Claves: Docente Facilitador - Proyecto de Vida- Convivencia Escolar- Pedagogía del cuidado-